Don Sebastian de Marisancena
Información
Categoría: Cartago
Descripción:
Don Sebastián de Marisancena fue el constructor, residente y habitante hasta su muerte de la reconocida Casa del Virrey en Cartago. Era hijo del primer matrimonio entre el español Miguel Tomás Sancena y Mendinueta y Juana López de la Parra, celebrado en 1743.
Se casó con María Josefa Sáenz y Vicuña, hija de otro español. Su matrimonio duró 35 años, aunque con separación voluntaria de cuerpos, ya que, tras casarse, ella regresó a vivir con sus padres, llevándose solo la ropa y las joyas que llevaba puestas.
Descendencia de Don Sebastián
De esta unión nacieron cinco hijos:
- José
- Trinidad
- Florentina
- Ramón
- María Margarita Luisa de la Cruz
Además, tuvieron un sexto hijo, un párvulo que murió en su tierna infancia.
Fundación de San Sebastián de la Balsa
En 1792, Don Sebastián de Marisancena obtuvo licencia del Virrey del Reino para habilitar los terrenos heredados de su familia en Piedras de Moler y fundar el pueblo de San Sebastián de la Balsa (hoy Alcalá). Por esta labor, se le concedió el título de Juez Poblador.
San Sebastián de la Balsa estaba ubicado en el Camino del Quindío, que conectaba Cartago con Santafé. Para consolidar el asentamiento, Marisancena convenció a varias familias pobres de Cartago para que se radicaran allí.
Además, invirtió parte de su fortuna proveniente del comercio de mercaderías traídas desde España y construyó:
- La Casa Cural
- La Iglesia, con sus respectivos paramentos religiosos, imágenes y una campana.
El escudo de armas y el privilegio de cadena
Según el historiador Jorge Peña Durán, Don Sebastián de Marisancena viajó a España, donde el Rey lo recompensó con un escudo de armas, que fue tallado en piedra y colocado en la fachada de la Casa del Virrey.
También se le otorgó el privilegio de \\\\\\\"cadena\\\\\\\", que consistía en indultar a los reos condenados a muerte si, al pasar por la casa, lograban agarrarse del aldabón de la puerta.
El fin del apellido Marisancena
El apellido Marisancena desapareció en la segunda generación, ya que sus descendientes varones solo tuvieron hijas mujeres, lo que impidió que el apellido se mantuviera en el linaje.
Últimos años y testamento
A Sebastián de Marisancena la muerte pareció rondarlo varias veces, pues realizó su primer testamento en 1822. Antes de morir en 1833, solicitó ser enterrado en el camposanto de la ciudad, vestido con el hábito y la cuerda de San Francisco, con todos los honores de la Orden Tercera, a la cual pertenecía.
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